Alba Baracaldo, directora de la Fundación Integral Tierra, ha incentivado distintos proyectos, programas y actividades ambientales con, por y para la comunidad de Puente Aranda, Bogotá. Entre estas, tuvo la iniciativa de organizar un festival en el que los emprendimientos de la localidad pudieran promocionarse.
En su segunda versión, realizada el 2 de octubre del presente año, participaron artistas, grafiteros, artesanos, vendedores de alimentos y fundaciones. “Hubo muchos emprendimientos que se cayeron en pandemia y que se están reactivando, y también es para que los artistas locales se den a conocer” afirmó Alba.
La jornada se llevó a cabo a partir de las 11:00 a.m. con el eco-taller de educación ambiental, una actividad animalista y presentaciones de artistas que en medio de sus creaciones referencian a la naturaleza y la vida en el campo. También hubo acompañamiento por parte de la mayora del Putumayo, María Concepción Guajibioi, más conocida como “Conchita”, quién se encargó de realizar una apertura ancestral y armonización del evento.
El enfoque principal fue homenajear la labor de los huerteros, que se dedican a recuperar prácticas de desarrollo sostenible e incentivar el cuidado del medio ambiente en esta localidad bogotana. A quienes se les brindó un espacio para llevar sus cosechas y realizar un círculo de la palabra, luego, al finalizar la jornada se les entregó un reconocimiento por su arduo compromiso de sembrar vida y devolverle a la tierra.
Por su parte, Andrés Sebastián Cepeda, de la huerta comunitaria Los Copetones, dijo que “hay que regresar a nuestras actividades, encontrarnos en estos espacios culturales y ambientales, que nos permiten también recuperar la memoria de nuestros abuelos, no está mal retomarlo con vecinos con los que podamos generar nuevas dinámicas para mejorar todo”.
Después de los reconocimientos a emprendimientos y huerteros, se realizó un círculo de la palabra, donde el mayor Jate Kulchavita, gestor del renacimiento del pueblo muisca, concluyó: “lo que ustedes están haciendo es el futuro, las huertas hacen parte de la recuperación del territorio, las prácticas culturales sostenibles nos llevan a ser seres antiguos nuevamente”.
La invitación de Ana y su comunidad es a saldar la deuda que se tiene con la pachamama, realizando pedagogía sobre paca-caca (práctica donde las excretas de las mascotas se vuelven abono para las plantas), jornadas de cultivo, organización de huertas comunitarias y recuperar las prácticas rurales que pueden mejorar la calidad de vida de los seres humanos, no sólo en Puente Aranda sino en toda la capital.